Hace tiempo se ve en muchos deportes que la impotencia puede más que la cabeza de algunos jugadores, son muchos los deportistas que tienen que soportar la incoherencia de algunos a través de golpes descalificadores que provocan serias lesiones.
Todos los “distintos” han recibido una trato “especial” de los que no toleran sus cualidades, quizá sea por impotencia, por bronca, o porque los contrarios no son capaces de aplaudir las buenas jugadas, en vez de cortarlas con violencia.
Hace poco que estamos acompañando este juego, pero hemos visto muchas actitudes malintencionadas que ensucian lo hermoso del hockey. Peleas post- partido, golpes y palos innecesarios que hacen que esto no crezca, sino que vaya marcha atrás, como la mayoría de los deportes.
La gente que juega Hockey sobre patines es distinta, es por eso que se debe diferenciar de los demás y empezar a jugar más limpio, cada vez que un rival nos gana con estilo hay que elogiarlo, porque quizá el día de mañana las cosas sean al revés.
Ayer nos toco vivir una de las actitudes más descalificadoras de todos los años que nos vinculan con otras actividades deportivas. La ira fue mas allá de la conciencia y una jugadora de Guaymallén golpeó de una manera muy fea a su par de Talleres, pues mas allá de la impotencia de la derrota o lo que pueda haber sucedido en el partido, esto no puede pasar. Pero no puede pasar porque creemos que los valores están antes que cualquier resultado, y que para ser parte de un deporte como este hay que ser muy respetuoso.
Quizá por la cabeza de la jugadora tricolor hayan pasado miles de imágenes que la llevaron (esperemos que inconscientemente) a cometer la falta, pero hay que saber controlar esa ira. Una cosa son los golpes de un partido, propios de un juego con mucho roce, pero otra muy distinta es la mala intención.
Esperamos que no sucedan más estas cosas, y que podamos disfrutar del hockey en su estado natural.
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